Tomografías - TEP, TAC, RMN y ecografía by Pedro Gómez-Esteban González

Tomografías - TEP, TAC, RMN y ecografía by Pedro Gómez-Esteban González

autor:Pedro Gómez-Esteban González [Gómez-Esteban González, Pedro]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Divulgación, Ciencias naturales
editor: ePubLibre
publicado: 2008-01-01T00:00:00+00:00


Fig. 11 - Aparato de IRMN de 3 Teslas. Crédito: Wikipedia/GPL.

El siguiente paso involucra los imanes variables, que se denominan bobinas gradientes. Estas son tres, y consisten en bobinas de cobre (electroimanes) que crean un campo magnético secundario en cada una de las tres direcciones del espacio. Aparte de ser mucho más pequeños que el campo magnético constante principal, estos campos tienen dos propiedades esenciales: en primer lugar, como su nombre indica, son gradientes, es decir, van de un valor mínimo (por ejemplo, abajo) hasta otro máximo (por ejemplo, arriba). Esto hace que, por ejemplo, el campo secundario aumente desde tu espalda hasta tu pecho. En segundo lugar, al ser electroimanes normales, puede modificar su intensidad (y encenderse o apagarse) muy deprisa.

Piensa en lo que esto significa: al sumar el campo principal al secundario, el campo magnético en cada punto de tu cuerpo ya no es idéntico. Es posible que en tu espalda, por ejemplo, sea de 1,45 Teslas, y que vaya aumentando mT a mT hasta que, en tu pecho, sea de 1,55 Teslas. Naturalmente, esto podría hacerse en otras direcciones, como de izquierda a derecha, de la cabeza hacia los pies… Y, naturalmente, cuanto mayor es el campo magnético más rápido precesionan los protones.

Esto significa que, en el ejemplo anterior, la frecuencia de Larmor de los protones de tu espalda es menor que la de los del pecho, y que en definitiva tu cuerpo estaría «cortado en rodajas» de un grosor muy pequeño, de protones girando con una frecuencia, justo encima otra «rodaja» de protones girando un poquito más rápido, etc. Pero ¿cómo distinguir unas «rodajas» de otras?

Aquí entra en acción la parte final del aparato: las bobinas de radiofrecuencia. Imagina que queremos obtener la imagen de una capa de tu cuerpo que está en un plano determinado del túnel del aparato. Basta con calcular la frecuencia de Larmor de los protones en esa capa, y emitir una onda de radio justo con esa frecuencia: automáticamente, los átomos de esa capa empiezan a absorber energía de la onda electromagnética muy eficazmente, mientras que los de capas adyacentes ni se enteran.

La razón de esto es el fenómeno denominado resonancia, que da la primera parte del nombre de esta técnica médica. Cuando se proporciona energía a un sistema físico con su frecuencia de resonancia, el sistema absorbe energía muy rápidamente, mientras que con otras frecuencias lo hace muy despacio o ni siquiera lo hace. Por ejemplo, cuando empujas un columpio debes hacerlo con un ritmo fijo (que depende de la longitud del brazo del columpio) o no podrás lograr que llegue muy lejos.

Por cierto, estas ondas de radio son de una intensidad bastante grande: de hecho, si fueran mayores aún podrían llegar a producir quemaduras. Incluso con la intensidad que tienen, son capaces de interferir con el funcionamiento de los marcapasos —esa es la razón principal de que sea muy peligroso estar cerca de un aparato de RMN funcionando si utilizas uno.

De modo que al bañar tu cuerpo con ondas de radio de la frecuencia deseada, solo una de las «rodajas» es capaz de absorber la energía.



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